El día de hoy celebramos el cumpleaños (jaja que repetitivo) de mi tío con un ameno festejo en La Marquesa, donde comí, bebí, me subí a un caballo y casi muero de un infarto por jugar futbol. Pero, a pesar de lo entretenido del día de campo familiar, la mejor parte fue cuando volvimos, y comimos pastel.
No era un pastel cualquiera, además de que tenía un sabor delicioso, a queso, el pastel tenía forma de queso gruyer. Y no sólo eso, sino que también incluía pequeños ratoncitos de mazapán.
Oh mi Dios, era un pastel hermosamente delicioso.


Por cierto, fue comprado en la panadería y pastelería La Esperanza